Experiencias, emociones, sentimientos a flor de piel, palpitaciones que erizan la piel y envuelven en el halo mágico de un marketing humanizado y con alma. Fuera cajas vacías, rompiendo la frialdad de un concepto que reinventa y da alma a áquello que jugó con el negocio y la pura venta.

Los sentidos raramente se alinean con los negocios, no son emociones vendibles de las que una gran empresa pueda sacar jugosa tajada, el business es business creado para jugar con sentimientos y lucrar al más variopinto.El marketing no se vende, su liga no es la pura venta es la división de honor de las emociones, su concepto son las experiencias que le dan forma para conquistar y desconectar el plano racional del consumidor.

Corrientes y paños calientes para empresas que intentan jugar con el verdadero marketing y que una tras otra caen en el error de vender algo innegociable como son los sentimientos.Áquellas copian e imitan un comportamiento de moda emocional, en el que poco importa las experiencias vividas por el consumidor, gran fallo puesto que jugar con sentimientos puede noquear y exterminar una marca al crear sentimientos negativos.

Intentar vender experiencias es dinamitar su propia marca, es vender el alma al diablo del business, es jugar con sentimientos y desconectar corazones.Debe usted saber que las modas son traicioneras, que el marketing experiencial se siente desde la humanización y socialización de las marcas en las que detrás trabajan miles de ilusiones, sentimientos y emociones.Si detrás del telón sólo hay vacío abstengase de practicar las emociones, no dilapide ni tome en vano el marketing de emociones.

Sepa usted que el marketing de experiencias es creado por sentimientos, que su finalidad es conquistar,conectar con el «yo interior» del consumidor y envolverlo en una biosfera única que sea capaz de evocar amor por una marca.

La experiencia no es negocio, son palpitaciones de branding emocional con dulces toques de engagement.El oxígeno el marketing de experiencias.Le ruego evite utilizar el CO2 del business y no ensucie sentimientos.

Un sentimiento ni se compra ni se vende se siente con el alma de un marketing que poco a poco recupera su auténtica esencia.