Ser recordado por un consumidor es tocar el cielo y vivir la plenitud de la marca, es impagable que recuerden la marca y se empiece a hackear las redes sociales con la experiencia de marca, la socialización y la continua humanización que moldea la marca pero hay algo más importante, eso es la mente del consumidor que llena de esencia la existencia de una marca.

La espontaneidad no se crea de la nada, hay un trabajo de imagen de marca, de una continua humanización y de perder el miedo a que se moldee la marca para hacer nacer algo con una pinta increíble que haga crecer una storytelling que transporte a momentos únicos a los consumidores que sientan en sus manos la marca.

La vía para conseguir el top of mind es creer, nacer y dejar hacer al consumidor una obra de arte con la marca, el feedback sólo es posible si se fomenta la socialización, si se derriba la puerta fría se rompen los muros y se traza un mapa con el consumidor.

Vivir por y para el consumidor es practicar la cultura del engagement con trazos de branding emocional que suscita y levanta pasiones por la marca, es dar vida a consumidores apóstoles en cuya mente está la marca y su misión es la evangelización.

Conseguir dichos hitos requiere recuperar la esencia, sentirse humano dejar que el protagonista sea el consumidor, dar la riendas a los mismos es la manera de practicar un branded content de hacerles sentir el eje de todas y cada unas de las acciones que se lleven a cabo, es mirar y contemplar su obra sin olvidar que el servicio o producto debe hacerles vivir momentos mágicos, deben palpar la innovación, la disrupción y sentir un lazo emocional.

La marca debe conquistar día tras día, debe tejer los lazos en cada una de las líneas que dibuja junto al consumidor, ser espontaneo requiere mantener una relación de “Tú a tú” romper las barreras físicas y hacer que el sentimiento navegue a través de la pantalla, del producto y que conquiste el mapa emocional del consumidor que hará crecer el momento espontaneo cada vez que la marca esté frente a él.

Perder el miedo a humanizar, es conquistar terrenos emocionales y posicionarse en la mente del consumidor permitiendo que la marca sea barro que desea ser moldeado con socialización y humanización.

 

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